Épernay es un pequeño pueblo francés junto al río Marne, en la región Champaña-Ardenas. Cientos de hectáreas de los mejores viñedos del mundo cubren la extensión del amplio valle que rodea la ciudad.
Dom Pierre Perignon, nacido en 1938 y monje benedictino, un personaje seguramente tranquilo y afable, fue el culpable de que la vida de esta ciudad esté estrechamente ligada al champagne. Años y mucha constancia necesitó para conseguir, como era su voluntad, el mejor fruto posible a los viñedos que ya entonces rodeaban la Abadía de Hautvillers.
El azar, la suerte y, sobretodo, el trabajo continuado con sus caldos, le llevó a ser el primero en darse cuenta de la categoría del vino espumoso que había conseguido. Mientras los otros monjes se afanaban en caligrafía y maravillosos dibujos que adornan las obras de arte que son los grandes Códices de esa época. Cuenta que en una de las catas que hacía de sus caldos exclamó: “Es como beberse las estrellas” Luís XIV, el Rey Sol, fue uno de los primeros en disfrutar de lo que ahora llamamos champagne.
Recientemente he tenido la ocasión de visitar la abadía de Hautvillers, desde donde se domina el Valle del Rio Marne. Con los viñedos perfectamente alineados y todavia verdes, la vendimia aún continuaba, se selecciona racimo a racimo y, si observas de cerca cada cepa, las hojas están contadas. A lo largo de su crecimiento, hábiles manos han podado aquellas que estaban de más y restarían fuerza, alimento y vida a los racimos. He paseado también por alguno de los túneles que surcan las entrañas de Epernay, donde reposan los mejores champagnes del mundo y que serán testigos y motivo de muchos felices momentos de gentes de todo el planeta.
La maison Moët Chandon tuvo a bien recibirnos en su bodega para que conociéramos de primera mano el largo proceso necesario para disfrutar del champagne, de los champagnes, porque no todos son iguales, aunque practicamente todos ellos lleven las variedades: Pinot Noir, Pinot Meunier y Chardonnay.
Las zonas donde han sido recolectadas, las proporciones, las mezclas de diferentes añadas y la crianza es lo que les hace diferentes. Los enólogos de cada bodega deciden las características que quieren para sus caldos. Este año Dom Perignon lanza al mercado su Vintage 2004, dicen de él que es “un viaje para el paladar vivaz, elegante y marcado por los minerales”. Dom Perignon siempre es un vintage, esto es, se crea a partir de las mejores uvas de una única añada. Si el año no cumple con el ideal, no se utiliza para hacer Dom Perignon.
Durante la comida en la Résidence de Trianon, un precioso palacete que se construyó para acoger a Napoleón durante sus estancias en la zona, tuve la ocasión de probar el Dom Perignon Denotheque 1996, uno de los años más emblemáticos en Champagne. Con 15 años de maduración, este champagne ha alcanzado su segunda plenitud. Es una experiencia fantástica combina la fuerza y la complejidad de la madurez con la frescura y la vivacidad de la burbuja.
Para terminar, sólo deciros que llenar nuestra vida de buenos momentos para recordar solo depende de nosotros. Y son aun mejores si los compartes con tu gente y una copa de champagne.
M.Carmen Moreno Nieto